martes, 1 de julio de 2014

Los propios dioses

De Isaac Asimov

No fue como las otras veces; no hubo éxtasis agudo, sólo un movimiento suave, fresco, infinitamente plácido. Se sintió a sí mismo transformarse, de manera parcial en Dua, y el mundo entero parecía estar a merced de sus sentidos agudizados. La Bomba de Positrones aún funcionaba… El—ella la detectaban; ¿por qué aún estaban funcionando? También era Tritt, y una terrible sensación de amargura invadió su mente. ¡Oh, mis niños! Y exclamó, un último grito en la conciencia de Odeen, pero que en realidad procedía de Dua —No, no podemos detener a Estwald. Nosotros somos Estwald. Nosotros… El grito que era de Dua y a la vez no era de Dua, se extinguió, y Dua dejó de existir para siempre; nunca más habría una Dua. Ni un Odeen. Ni un Tritt

Mientras la interacción fuerte se debilita en nuestro universo como resultado de la bomba—cosmeg, se refuerza a través de la acción de la Bomba de Electrones corriente. Si entonces ajustamos la producción de energía de ambas, aunque las leyes de la naturaleza cambien en el universo—cosmeg y en el parauniverso, en el nuestro no cambian. Somos un camino, pero no la terminal de ninguna de las dos direcciones