sábado, 3 de mayo de 2014

2010: odisea dos

De Arthur C. Clarke

Quien puede resistir sin leer algo así??

Aquellos que habían comenzado el experimento, hacía tanto tiempo, no eran hombres… ni siquiera remotamente humanos. Pero habían tenido cuerpo y sangre, y alguna vez también miraron a través de las profundidades del espacio, sintiendo temor, y admiración, y soledad. En sus exploraciones, encontraron a la vida en muchas de sus formas, y observaron los trabajos de la evolución en mil mundos. Vieron cuán a menudo los primeros débiles chispazos de la inteligencia titilaban y morían en la noche cósmica.

  Y como en toda la Galaxia no habían encontrado nada más precioso que la Mente, propiciaron su amanecer en todos lados. Se transformaron en labradores de los campos estelares; sembraron, y a veces cosecharon.

  Y a veces, desapasionadamente, tuvieron que arrancar las malezas perjudiciales.

  Hacía mucho que habían perecido los grandes dinosaurios cuando la nave de reconocimiento entró al Sistema Solar, después de un viaje que había durado mil años. Pasó rápidamente por los helados planetas exteriores, se detuvo apenas sobre los desiertos del moribundo Marte y fijó su atención en la Tierra.

  Frente a los exploradores, había un mundo que bullía de vida. Durante años estuvieron estudiando, tomando muestras, catalogando. Cuando hubieron aprendido todo lo que eran capaces, comenzaron a modificar. Cambiaron los destinos de muchas especies de la tierra y del océano. Pero no podían saber cuál de sus experimentos prosperaría, por lo menos hasta dentro de un millón de años.

  Eran pacientes, aunque no inmortales. Quedaba mucho por hacer en este universo de cien mil millones de soles, y otros mundos estaban llamando, de modo que nuevamente se lanzaron al abismo, sabiendo que nunca volverían a pasar por allí.

  Tampoco habría necesidad. Los servidores que habían dejado detrás de ellos harían el resto.

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